Este texto no ha sido escrito en un lenguaje de programación. Sin embargo, debemos comenzar con unas instrucciones claras sobre cómo acercarnos a la pintura de Vera Midões: tenemos que abolir todos los prejuicios y adentrarnos en su obra con la actitud de un verdadero observador contemporáneo, es decir, de su tiempo. Es como decir que llegamos a la exposición en el punto «cero», en la casilla de salida, sin expectativas sobre lo que podemos ver. Como, por ejemplo, cuando empezamos a aprender un idioma, lo mejor es hablar primero —en lugar de escribir— emitiendo sonidos articulados. Así que vamos a «balbucear» los distintos elementos que vemos, las referencias que su pintura comparte con nosotros. En primer lugar, la hibridez antropomórfica, tangencial a un sueño en el que su mundo de personajes orbita en un efecto espiral. En la siguiente historia que quiere contarnos, que no es exclusiva del imaginario de Midões sino de una memoria colectiva, nos implica con lo que también la implica a ella. Sus lecturas infectan sus imágenes; del mismo modo que la música también penetra en ellas, destruyendo las conexiones obvias que puedan existir y creando nuevas interpretaciones en la cabeza de la artista y también en la nuestra. Diogo Bolota, 2024.
En la galería Gerhardt Braun